viernes, 28 de diciembre de 2012

Sueltos 16 dieciséis





      Si viviera  en Roma , en la otra Roma, ya hubiera muerto.

      En mí rápida vida habría nombres para gatos domésticos y mis hijos aprenderían a crecer con sus hijos.

      Una tela escogida fuese  mi chal holgado de la fiesta de Saturno. Quizá el hambre  crecería lejos de los contornos de  mi casa.

      Los frutales de mi huerto perfumarían el plenilunio más cercano que ahora -mírame cómo recojo las manzanas-

      E, igual que un rostro de Al- Fayum, alguien pintaría mi rostro en una lámina de olivo porque estaría muerta, miraría de frente, a ti,  serena y bella y muerta y por debajo disolviéndome.

      Para ti sería ese retrato que alguien  guarda mientras la Luna va alejándose.

domingo, 23 de diciembre de 2012

15 sueltos quince


      Sólo son rosas para labios,
      porque los cercanos al fin
      en el dolor,

      intentando atrapar
      insectos dorados, cubiertos
      por el polen,

      porque los que se transparentan
      paladean
      el finísimo terciopelo
      de los pétalos, esas imper-
      ceptibles ramificaciones,
      ese clase de médula.

      La joven oval y suntuosa,
      una princesa a la manera
      del misterio barroco. ¿Escuchas
      el susurro del orifrés
      de su vestido? ¿Escuchas
      cómo nos observa y le dice
      a Zurbarán que nos callemos?

      Sólo son rosas para labios
      blancos, para paladares
      de papel de seda, debajo
      de las lenguas, las rosas,
      para el barquero y su jardín
      sin memoria.

      Una princesa esbelta sabe
      cuántas rosas son necesarias
      para…

sábado, 15 de diciembre de 2012

catorce 14 sueltos

      Dos momentos de la seducción


      I           Has oído cantar al pájaro
      nocturno,
      hojas mojadas que ningún
      galápago de edad tranquila
      alcanza.

      Te sostienen caderas
      de delgadez, te duele
      el coletazo del dragón
      debilitado,

      pero has oído al pájaro
      que sólo escucha quien está
      consumiéndose.

      Viene del paladar del mar, 
      de peligrosos laberintos
      de columnas,
      y si tuvieras barba
      te afeitarías
      para ser una grácil
      filósofa,
      y si aún tuvieras un sexo
      moldeable
      cuánto, cuánto del agua
      para ofrecerle.

      Lo has oído a pesar
      de los avisos de los gatos.

      Su canción,
      que tantos confunden
      con el pan de oro del amor,
      enciende
      las luces de tu casa.


      II        Estás buscando en tu cintura
      la ausencia, ¿fue real su vientre
      sobre ti?

      Cantabas una música
      con algo de felicidad
      y de ignorancia.

      Buscas
      la carne tocada
      como el grito esencial del mono
      detrás de un olor, como el rizo
      en su albumen,
      come, se abre paso, desgarra
      la pielecilla de su sueño.

      Las señales
      de un pájaro carnívoro
      picoteando en tu cintura.

      No te regalaba
      el don del viento,
      no había
      regalos.



domingo, 9 de diciembre de 2012

13 SUELTOS trece


      Ojos de  Monet

      I           Reflejos en el agua

                  Las oraciones para el duelo,
      el junco, el desaliento.
      Quiero parecerme a Anne.

      Una ligereza
      como lágrimas, como
      el cobertor de la dulzura.

      Materia diluida
      de papel,
      esa suicida,
      insectos rojos: se tragaron
      la sangre y su espejismo.

      No echo de menos nombres
      ni que me digan cuánto importo.

      Estos peces se van,
      ignoran sobresaltos
      o la emoción cansada,
      mira, se van.

      El agua sólo es agua
      -cómo envidio a Anne Sexton-
      y el deseo del agua
      amarillea.



      II          El puente  de Waterloo. Niebla.

      Se desdibujan golpes
      y es poroso el espacio,
      y se relaja la impaciencia
      con el sonido amortiguado.

      Un chapoteo irisa:
      quizá un hombre nacido
      con escamas de soledad
      cruza su propia pesadumbre.

      Nada se priva
      de lo mojado.
      Quien escapa no escribe
      en los pilares
      del puente sus deseos.

      Es el silencio,
      es el silencio de una niebla
      esponjosa de amor
      -quiero que vuelvas a ofrecerme
      la muerte deliciosa-,
      una niebla callada,
      -rema, mi amor-,
      tan imprecisa.

domingo, 2 de diciembre de 2012

DOCE sueltos 12

( Para la primera gran helada, este viejo poema)

      ACELERACIONES, op.234. Johann Strauss, hijo

      Hay cementerios de verano en Roma
      y una sirena quieta en Dinamarca.

      Hay caballos mercurios en mi patio
      y poetas que vuelven del desierto.

      Hay una estrella, baja muy despacio,
      se esconde en los rincones con los tigres.

      Hay pequeños saludos que insinúan
      algo tan engañoso como un beso.

      Hay hermanas para el uno de junio
      o ciruelas ariscas y muy dulces.

      Y bailarinas de Degas soñando
      con rasgar su tutú, con robar perlas.

      Ven, cena cerca de mí y no te dejes
      asustar por la reina de la noche.

      Ven,
      ya no hay ramos de flores a maría,
      tengo boleadoras impacientes...

      Esto le dice un gato a otro gato
      cuando salen de caza o se han querido.