sábado, 30 de marzo de 2013

Para el silencio II ( vida detenida)


      Juan Fernández "El labrador"


      Racimos de uvas

      El dulzor me invita
      con su distancia de racimos
      dorados, luego
      hay otro dulzor  denso, a punto
      de inclinarse a la muerte.

      Quisiese  embriagarme, no hallar
      descanso
      ni reflexión
      para  salvarme del delirio
      del zumo,
      sangre,
      médula,
      benjuí,

      del bálsamo,

      y esta piel rota en mí, destila,
      vierte,

      y es que no quiero moderarme,
      quisiese oscurecer
      como las uvas dulces
      y pesadas
      y temerarias con su azúcar.

      Pronto, cualquier gesto sesgado
      se vencerá en la muerte;
      pronto, una diminuta grieta,
      una piel áspera y pasada,
      un grano duro interno enfermo
      germinando.                  

sábado, 23 de marzo de 2013

Para el silencio




      Giorgio Morandi


      Contienen

      I        ¿Se deslizará por los cuellos
      la distancia disimulada?

      Puedo equivocarme, creer
      en el signo de una respuesta.

      Puedo seguir siendo
      candidez, simplísimo gesto,
      luz en la loza,
      cuellos resididos.

      II       ¿Y si frotara la pulida
      forma de la quietud y un genio
      oriental y olvidado
      me alimentara de mudez?

      III     ¿Me disolvería en la luz
      lechosa que consigue
      envolver los volúmenes
      hasta incluirlos en la piel
      de la nada?

      IV       ¿Cómo ser sólo estar y sólo
      bulto reflejado
      y sólo nimiedad y sólo
      permanencia fugaz
      en la mirada?

      V       ¿La pesadez sería un brillo
      lunar? 
                No me hundiría
      en ávidos cráteres
      ni me trastornaría
      querer tanto abrazar
      o yo, el abrazo.

      VI       Dejar que las preguntas fuesen
      cayendo al fondo.
      ¿Quién bebería?
      ¿Quién se atrevería a indagar?

      VII    Así,
      empequeñeciendo respuestas,
      volviéndome frugal, morandi,
      silueta azul quizá, tan ocre.

      No pregunto al barro cocido,
      al cristal opaco, la mínima
      porcelana.

      No busco la razón del signo
      en los cuencos:

      cuánto, cuánto polvo

      qué habitual

      qué predecible.










sábado, 16 de marzo de 2013

Para lo secreto


      Esas vasijas*

      La tristeza se solapa en un solo espacio
      cuando el frío,
      tirita, toma un cuerpo desacostumbrado
      y se recoge en sí misma y te pareciera
      que en la loza de barro blanco
      se adivinase un aire enfermo.

      Ya no hay ni vino;
      antes de lo callado viene
      la luz ártica de tantos días de enero.

      Esta tristeza dura, alisada por dentro
      para no dejar escapar  
      gemidos. Y si Zurbarán
      no siente los dedos
      cuando pinta
      que suplique a un dios que no existe
      porque resignarse tranquiliza.

      A la tristeza siempre le duele
      hablar, maldecir y moverse
      hasta morir.


      *Naturaleza  muerta con jarra y tazas.
       Francisco de Zurbarán

sábado, 9 de marzo de 2013

Para marzo



        Flores en un vaso de cristal 
                                  
                                      De Juan de Arellano


        Pequeñas tejedoras viven
        en los narcisos. No las veo
        pero las oigo murmurar
        con el veneno.

                           ¿Cómo puedo
        dejar de mirarte?
        ¿A quién sonríes
        en ese gesto calmo (tuyo)
        que no me corresponde?

        Hilan,
        se deslizan hasta las rosas
        espesas, excesivas, curvas,
        urden
        para volverme de cristal.

        No poseo secretos, lazos
        misteriosos, ni mordeduras
        encubiertas.

        Pequeñas tejedoras unen
        mis dedos hasta la fatiga,

        viven en la flor de mis hombros,
        abren su corola, eliminan
        enigmas,
        me curvan, desprenden pétalos,
        me cazan en tus ojos.

sábado, 2 de marzo de 2013

Otra vez para moi



      Bebiendo de ese hueco
      me regalaría al narcótico,
      sería líquida y nociva,
      un secreto de los metales,
      un don de vida eterna

      cambiándome la piel
      y desdeñando
      el alimento que me llena,
      la mañana que me vacía.

      Dejaría de ser la pobre
      chica fuerte.

      Y convertida en paladeo
      del olvido que da ese trago,
      picadura, vertiente oculta,
      aljibe ansioso,

      a qué dios buscaría,
      consuelo descreído, frágil
      correspondencia del amor,
      estupidez creyente.

      Ni un signo en el futuro, sólo
      ahora:
      beber mientras te beso,

      abandonar palabras como
                                                     luna
                                                     incapaz
                                                     insatisfecho
                                                     hallazgo.

      En ese copa donde anida
      el instante,
      lucio fontana attesa.