domingo, 30 de junio de 2013

De Libros IX ( SI ELLA NOS MIRA )



      Condesa du Barry

      Si ella nos mira
      somos rescatados de las aves
      caníbales,
      nos volvemos visibles, volvemos
      del temor por consentir que el aire
      rubio, superviviente del asco,
      parezca ligero, poco dado
      a la renuncia.


      Si ella nos mira
      aunque su reputación refiera
      equívocos y derroche piedras
      preciosas del presente, da igual,
      y digan: qué hermosa y pecadora,
      porque, claro, asusta
      cuando ridiculiza
      la decencia o esa sumisión
      a los orines.


      Si ella nos mira
      porque no sabe que va a morir
      y, cuando muere, viendo a la muerte
      afilada, chilla y chilla, -dime
      quién no gritaría viendo el labio
      de la muerte-.

      Da igual que la entereza recuerde
      nuestro nombre.


      Si ella nos mira
      nos volvemos visibles, volvemos
      a la carne que nos contenía,
      al cuerpo que nos iluminaba
      mientras amábamos.


      Si ella nos mira,
      indudables
      y claros,
      libertinos.

sábado, 22 de junio de 2013

VIII DE LIBROS ( JARDÍN AL MAR)

      Y este mar
      cercano y desvelado,
      ¡cómo murmura tu secreto
      nombre!
      ¡Cómo se repite una y otra
      vez acariciando la bruma
      que conoce tu nombre!
      ¡Cómo te dice: ven
      hasta mi olvido!
      ¡Cómo dice tu nombre y nombra
      un silencio de lumbre
      tras tu nombre!

lunes, 10 de junio de 2013

DE LIBROS VII ( SEXTO SENTIDO)

      Columnas de humo


      Detrás de las casonas
      pudientes que la encina rodea con su austero
      jardín. Donde el olivo olvida la varea
      y olvida el piñonero el durísimo estambre
      de la escarcha.

      Detrás de las casonas
      que miran la ciudad
      encaramadas
      sobre el río,
      ladran los perros secos alrededor del humo
      y el aire está más frío,
      y esas hojas
      de los atardeceres
      del verano
      que en pan de oro laminan la tierra como a un mártir,
      esas hojas de corcho del nogal y las hojas
      alegres del castaño,
      y las precoces niñas de los sauces que fueron
      impacientes
      con el agua,
      esas hojas que llaman a la correspondencia
      de los viejos pecados
      a su sombra...

      El aire está más frío;
      la neblina
      de una lumbre cercana
      avanza, se detiene y difumina el lado
      del silencio.

      Huele el gemido leve:
      no se queman, humean,
      no se consumen negras como vientres de goma;
      huele su estar muy juntas
      igual que el alma unánime dibujada en los libros
      el Día de los Santos,
      pielecillas sin voz
      incorporándose
      al intacto  tejido
      que respiras.

      Huele el aire más frío,
      más sentir que las cosas confirman tu existencia.

      Detrás de las casonas,
      donde ladran los perros siguiendo a los rastrillos,
      alrededor del humo,
      alrededor de ti,
      viva,
      asistiendo.

domingo, 2 de junio de 2013

EL CRETENSE

Se presentará el día 13, jueves, en en la Casa del Greco ( divino antonio precioso/suplícale a dios inmenso/ que por su gracia divina/alumbre mi entendimiento...), con amenaza de tormenta, creo. Portada y un poema para animar:

      San Sebastián

      ¿Por qué no llega todo el daño
      y sangro apenas?

      ¿Por qué se frena el líquido
      que deseara derramar
      y quedarme vacía?

      ¿Por qué no me hostiga el final
      y me incorporo al árbol
      que me ata,
      y soy pulpa nutriendo
      en los anillos de los años
      del tronco, en la certeza
      del primer creador antiguo?

      ¿Por qué no me desangro
      hasta rebosar en las copas
      de una ofrenda

      y te dijera vegetal
      o joven: te amo como se aman
      las acacias?

De libros VI ( Fantasmas y cálamos)

      Tomando té


      No te preguntes por el gesto
      que recoja un adivinarse
      en el siguiente paladeo
      o que el tiempo vaya subiendo
      con su sombra.

      Ahora escucha al río,
      sigue en su refugio calmado,
      mueve tus dedos con las plumas
      de un ave femenina, clara
      en la caricia de la taza,
      y bebe sin pensar qué lucha,
      que guerreros desde el futuro
      o qué sonidos rasgarían sedas
      de la tarde.

      Sólo contempla,
      mientras te deleitas,
      cómo se desliza el  atuendo
      de  los árboles que aman
      tu casa,
      oye murmurar a los peces
      cuánta fugacidad,
      oye a tu soledad sentarse
      muy cerca
      y ofrécele otra taza.

      Bebed juntas, calladas,
      porque el tiempo no existe.