domingo, 27 de julio de 2014

XXII + de libros ( Fantasmas y cálamos.Segunda parte: Cálamos chinos)



      Insectos en las flores

        
      Ensimismarse en la canícula,
      dejar que el pensamiento apague
      su mecha, y muy quietos los brazos,
      muy quieto en esa curvatura
      el labio agrietado de ausencia.

      Se olfatea lo que traslada
      una morada nube, el borde
      del planeta rodante sobre
      los muertos, los vidrios, los muertos.

      Y es un lujo volver la vista
      al lento arbusto apaciguado
      o a punto de morir.

      Un zumbido señala el exquí-
      sito sexo del ángel mudo
      y vegetal...
                       Pero el planeta
      ha modelado con sus manos
      un imperceptible peligro.

      Cuando las dos moscas retoman
      el terciopelo fucsia, inmóvil,
      el salto de una mantis caza
      algo tan leve como una sílaba,

      y rompe la tormenta y rompe
      su estallido

      y parpadeo

      y llueve.

domingo, 20 de julio de 2014

Verano II

               

       Pintura de Le Viet Dzung

                 Veo una sombra preferida
      bebiendo agua de los alcorques,
      esperando el don  de la tarde.

      Imagino su residencia
      en las ramas de los almeces
      y, sin cuerpo para abrazar,
      la imagino tranquilizando

      mi recelo. Ella se desdobla
      en lo bello sobre este hueco
      y hace fresco el refugio y llama
      a nuestra sombra como a un pájaro.

      Dicen que otro mundo, después
      de las orillas del jardín,
      fluye con sus desatenciones.

      Quizá nos amasen allí
      un  instante…y qué, ¿un instante?

domingo, 13 de julio de 2014

Un espacio para el verano



      Acuarela de Eric Schmitz

      Crepúsculo de verano

      Antes de la rapaz abriendo
      el ojo y la melancolía
      abriendo su ojo de colmillo.

      Sucede ahora: manchas
      naranjas... no te vayas sol, 
      grita alguien 
      como una queja...

      pero si estás aquí
      soltaremos
      nuestros globos aerostáticos,
      la lechuza no alcanzará
      nuestro viaje al índigo
      de sexo
      (esa serpiente que no acaba nunca
      de tragarnos),

      leeremos la soledad
      del navegante
      (por qué no me amas mucho más
      hasta asustarte,
      murmuro), y no tendremos peso,
      despreciaremos lastres
      y nos disolveremos.

      Antes de la rapaz abriendo
      su desdicha.