domingo, 30 de noviembre de 2014

Del libro FANTASMAS Y CÁLAMOS. Fantasmas en la villa (primera parte)


      *


      I


       Cuando calma el atardecer
      su mano en mi mejilla,
      y hay un instante
      donde se paraliza el bucle
      del sonido,

      viene de la bahía un viento
      que me ama
      o  reposa si me entreabre
      los labios
      y mi lengua recoge
      sus dos granos de sal.

      Hay un instante
      sin ser intrusa, sin moverme,
      sin molestar el diapasón
      de un tiempo que no es mío.

      Hay un tener mi cuerpo
      transparente.

      Vuelven los peces del estanque
      del huerto a murmurar.

      La tarde estremece su palma
      vieja,
      tan vieja en los rosales.

      *Qué mejor que  las acuarelas de Villarrubia sobre las Villas fantasmas de Pompeya



sábado, 22 de noviembre de 2014

Iméropa, del libro LA MÚSICA DEL FUEGO



      Iméropa*

      Quizá en el sueño
      medicinal la escucho.

      Llega su lengua desde los cantiles
      donde se imantan los anillos, hierve
      un caldo primitivo,
      anterior a las tiaras nupciales
      y la abstinencia.

      Yo me creía a salvo
      como Vieja Mujer de los navajos,
      astutamente hueca
      y sabia.

      Pero canta,
      ella canta maligna,
      y lo que dormía para siempre
      en mí,
      lo que había cedido a las doncellas
      llamadas Blancaflor,
      lo que se aislaba en el mes de los muertos...

      Me cerca su canción
      y tiembla el hueso
      de mis yemas, el tejido reseco,
      el caparazón, la costra, la concha,
      tiemblan, crujen, se agrieta
      la piel.
      Entonces
      una punzada,
      un dolor casi olvidado, vencido,
      un jadeo que apremia,
      un saco vegetal, lleno, violento,
      expulsando
      la simiente...

      Esa lengua
      que quiere destrozar a las palomas,
      esa canción temida
      desenterrando un grito,
      esa voz que codicia,
      esa preciosa voz.

*Iméropa es una de las sirenas homéricas; concretamente, la que tenía una voz que suscitaba el deseo. La imagen es de John William Waterhouse.


sábado, 15 de noviembre de 2014

Del libro CIELOS DE TOLEDO

La foto es de Ricardo Martín


      Una luz loca zarandea el mediodía.

      ¿Lloverá? , me preguntas

      Yo sólo sé que las mujeres de la magia
      cabalgan hoy.

      Juegan con la aguja de la torre, abrillantan
      fachadas, cantan para la aspereza, juegan
      para los tristes de la ciudad, los mudos,
      los apagados.

      Las mujeres de la magia montan caballos
      de agua.

      Y hay que hablar más alto, más aprisa,  la luz
      sopla en tu pelo, viene del mar, del mar
      que nunca vimos.

      ¿Reirán las mujeres?, me preguntas

      Yo sólo sé que bailan sobre el fuego. Vuelven
      a esta ciudad
      que cubrió con ceniza sus bocas paganas.

      Aman a la ciudad, la traen de la sombra,
      del murmullo incensado de la muerte.

      La luz nos equivoca…

      ¿No ves a las mujeres
      bailar en los tejados,
      pacificar hogueras?

sábado, 8 de noviembre de 2014

Del libro ALICE porque es apropiado para esta semana...

...aunque el poema ya apareciera en este blog, hace tiempo.La pintura es de Kandinsky.


      Jardín de noviembre

      ¿Qué príncipe durmiente
      aguardaba tu beso?

      Las últimas palabras de la infancia
      minúsculas.

      La leyenda de un niño
      que no fue acristianado,
      o un antiguo asesino
      de mujeres y gatos,
      un viejo juguetero
      y una delgada joven de otro río.

      Las últimas palabras de la infancia
      tendidas.

      Te mentía la luz
      y era fascinadora
      tu precoz insistencia con los príncipes.

      Las últimas palabras de la infancia
      diamantes
      antes que la ceniza,
      la prohibición, la angustia las hicieran
      dudosas.

      Las últimas palabras
      cifradas
      de la infancia;
      en su jardín extraño consentidas,
      en su jardín fantasmas luminosos.

sábado, 1 de noviembre de 2014

Del libro: Entra el viento de olor ciruela...Matisse


      Rayo de sol

       La culebra en el matorral
      despertando a los escondidos.
      No atiende a lágrimas del mármol
      o si cuelgan de algunas ramas
      muertos invisibles. Sisea,
      rumorea detrás del ibis
      que grita, sagrado, asombrándose
      de verse zancudo en el agua.

      Ahora
      toca vivir después de todo.

      La culebra
      se desliza entre la aflicción,
      entre las esmeraldas.