domingo, 23 de agosto de 2015

De JARDÍN AL MAR



      Old gold over white ( Mark Rothko)

        
      Este aromar de los jazmines últimos
      que emblanquece, ligero, cuando paso
      y escucho.

      Callados finalizan pero cantan.
      Se consuman sin voz pero me cantan.

      Y una calmosa muerte que no es muerte
      despliega
      la partitura donde inventa el oro
      flabelos de tostadas clorofilas
      y otras hojas minúsculas que nunca
      rozaron el ardor  ni el infortunio.

      Hay una madre persiguiendo al hijo
      que ahora corretea desvivido
      y adorna su cabello con diademas
      de octubre
      como un príncipe corso; no la siente
      llorar, y nada siente allí, no  tiene
      cuerpo.

      Una corteza de manso metal noble,
      antiguo a la manera de un augurio,
      me envuelve, y no se contradice el día
      si desdobla
      este aroma postrero hasta la calma,
      si me vuelve a envolver
      y se amolda conmigo hasta la lluvia.

sábado, 15 de agosto de 2015

De FANTASMAS Y CÁLAMOS




      La barca

        
      Para el día siguiente de las vírgenes
      de agosto,
      como si nada hubiera sucedido
      en el desierto, en la brea de asfalto,
      mi cálamo dibuja
      su lentitud de río antes de lluvias
      que recobren el furor de fluir,
      y me balanceo en esta posada
      vestidura estival;
      apenas la intención de un movimiento
      me lleva,
      una atenuante
      caligrafía de agua se sucede
      y ni la rana ni el abejaruco
      -llamarada turquesa
      velocísima-
      se molestan
      en aquietar su absorto griterío.

      Como si nada hubiera sucedido,
      como si se durmiera mi barquero
      y la muerte callara en la calina,
      y tuviera la muerte
      una rara pereza
      y no moviera
      un dedo
      y no se estremeciera.

domingo, 9 de agosto de 2015

De LA MÚSICA DEL FUEGO



      Instinto en la serenidad

      He conducido el elefante a la caza del tigre,
      hasta su guarecido bebedero, hasta las crías
      que jugueteaban con un ratón. Entre dos luces,
      cuando los pájaros de nerviosos nombres alertan
      a los monos que pestañean como adolescentes
      insensatos.

      He conducido el elefante a la caza del tigre
      por un territorio intratable que siempre me niega
      abanicos, plumas de marabú, de señoritas
      que capturan el tesoro de un hombre delicado,
      maduro, fiel, un rasurado gentleman discreto.

      ¿Por qué no puedo resistirme a salir, distanciarme
      de la casa que guarda un jardín donde los amantes
      no piensan en las pupilas amarillas del horror?

      Tú te quedas relatando las historias de Krishna,
      el seductor de piel azul, el Adorado, y Ella
      se adormila en tu voz, intima en tu voz, se abandona
      y en secreto te confunde con una melodía
      que baja
      lastimándola desde la noche de la evasión
      imposible.

      ¿Por qué no desisto de las huellas del tigre y vuelvo
      mientras el animal no me lame con sus colmillos
      y descincho al elefante para que ramonee
      tallos de primavera, y dejo las armas y vuelvo
      a tu lado, a la conversación femenina que Ella
      acompasa bajo tu voz de cazador nocturno?

sábado, 1 de agosto de 2015

PASEO

      Promenade. August Macke

      No se entiende 
      que lleves sombrilla de palabras                              
      cuando sólo crecen nubes, golpes
      de realidad en el estómago.

      No, no se entiende
      tu empeño en contemplar
      este panorama visto mil
      veces
      de la torre gris y sus palomas
      levantando el vuelo con campanas
      de provinciano espacio y estrechas
      conversaciones.

      Te distancias
      de la incisión, del asunto preo_
      cupante del i erre pe efe,
      de los niños que cantan sin tregua
      a la muerte de arena - ¿Ves? Ellos
      tampoco se ocupan del asunto-,
      te alejas de nosotros, cruzados
      por la ausencia,

      y eliges proseguir caminando,
      escuchando pájaros de Macke,
      sonriendo a deshora la sonrisa
      de la ceguera salvo
      emocionarte con las pestañas
      blaue reiter,
      casi siempre fantasmas pintados,
      pájaros con lengua de la seda
      que los poetas jóvenes
      han escondido
      en la sopera de la pereza.

      Prefieres
      un largo y elegante paseo
      por otro mundo,
      ser una torre que nadie mira
      o ser delgada.