domingo, 27 de diciembre de 2015

De JARDÍN AL MAR



        Cuando pisas la tierra
        del camino que lleva
        a las achiras rojas
        y hay mirlos que adivinan
        avizores el giro
        de la venida clara…

        … El humus nutritivo
        de los pequeños muertos
        deshechos en brebaje
        que nada dilapida…

        Descalza te preguntas
        por el pulso minúsculo
        de seres que se esconden,
        que escarban y se esconden,
        que buscan y se esconden.

        Cuando pisas la tierra
        donde todo se apresta
        a su instinto y decide,
        breve, seguir viviendo…

domingo, 20 de diciembre de 2015

CIELOS DE TOLEDO

      ( Por si lloviera...o nevara)

      Foto de Ricardo Martín García

      Qué raras las visitas a veces.

      Suelo habitar un frío de escarcha
      matinal y un sol escurridizo
      como pelo de pez en las aguas
      de invierno.

      Suelo comprender a los gorriones
      durísimos:

      de mineral su breve plumón
      cuando hay peleas por una miga
      helada.

      Suelo hablarle a enero de Castilla,
      del misterioso calor del árbol
      junto a un banco, al sol, el sol con branquias,
      al solecito.

      Pero de  pronto hay una mañana
      de palmeras de nieve.

      Nevó toda la noche
      y jamás es triste esta visita
      aunque cubra, en los países altos,
      lápidas y  traiga despedidas.

      Una sorpresa aquí,
      casi un regalo…Mira las huellas
      de las patitas de los gorriones
      o son los niños.

      ¿Viste palmeras en la ciudad?

      ¿Y cuánta nieve crees que cae
      sobre los muertos?



domingo, 6 de diciembre de 2015

De IDOLATRÍAS



    ENSIMISMADA


    Soy el ojo derecho de mi padre
    pero teniendo en cuenta
    que en el izquierdo vive un caballero
    velando aún las armas de La Dama
    del Lago.

    Soy el ojo lejano del tío Luca
    que pinta las ciudades de memoria
    y mujeres con gatos siameses
    y ariscos.

    El ojo equivocado que se cierra
    soñando que una bestia enamorada
    empapará su párpado otra vez
    y juntará sus muslos
    porque fuese
    más lento su descuido poderoso.

    Cada sábado juego con mi padre
    a un juego de palabras,
    cajas chinas,
    cajitas de marfil que me reparten
    como el engaño gris de dos espejos
    colocados enfrente
    uno de otro.

    Yo no podría decirle a mi padre
    que retraso el momento de escribir
    las primeras palabras de la muerte,
    que siempre me amilano
    escribiendo mi nombre en el cristal,
    si apenas es un soplo
    mi aliento hasta el papel
    y quedan pocas cosas
    tan falsas
    y tan íntimas.