sábado, 28 de mayo de 2016

Un poema que no encuentras...


Orfeo y Eurídice, de Rodin


...y que escribiste hace mucho, para un 1 de junio. Únicamente recuerdas unos fragmentos: Y si tu hermana recordara/ la infalible escritura de los astros/ oh, dioses muertos, recuerdo/ que parece mentira tanta pena... Y este otro: Día uno y es miércoles; tan sólo por los pájaros de la mañana,/ la mañana... 
Y como quieres que esté contigo también para su cumple, día 1, miércoles, le dedicas este poema que apareció en la revista Hermes:

      ¿Recuerdas a Eurídice?

      Quiero tenerla en mí
      igual que una adivina que, al mirar en su bola, siempre encontrara la sorpresas de la luz.

      Tenerla en mí con la misma confianza de una madre anotando la fecha deseada sobre camisillas diminutas, porque debe ser maravilloso oír dos corazones en el pecho.

      Tenerla en mí y que la adivinaras encendida en las niñas de mis ojos para iluminar las bodas, para recorrer los conventos deshabitados de sus dioses...

      Dile que vuelva a la ciudad donde se alocan las campanas, que recupere las conversaciones de las bordadoras de la Luna; que vuelva y sacaré la vajilla de celebrar los deseos imposibles, que vuelva y prepararé su habitación como cuando vivía a mi lado y me quería tanto.

      Todo vendrá después de su regreso
      y ya no habrá ladrón que se escape con mi herencia, ni pan verde o helado, ni sombras en la casa asustando a los gatos cariñosos.


domingo, 22 de mayo de 2016

De JARDÍN AL MAR



      ¿Qué tapiz traman las hortensias azules en ti?
      Los hilos de la urdimbre brillan por el tornasol
      de ningún regreso del viajero, ningún indicio
      en la distancia marina para la bienvenida.

      Has recibido el don inflorescente y sin reclamo;
      con una cualidad de la abundancia consideras
      que el retorno de lo rememorado se transforma
      en aquello que siempre estuvo dentro y no advertías.

domingo, 8 de mayo de 2016

De LA MÚSICA DEL FUEGO



    María Callas canta Dolce e Calmo de la ópera TRISTÁN E ISOLDA de Wagner


    Esa rosa que bordé en la batista 
    porque la niña aún ha obedecido
    el trazo de su madre en el dibujo...
    Ni el reflejo de la madera ardiendo
    la roza con el tiempo que se escapa.

    Puede volver la niña a apoderarse
    de los relatos de la ciudad que ama, 
    puede rasgar la tela con la furia
    de ver a un hombre tonto abandonándose
    a la huida
    pero la rosa sigue insolentando 
    con su belleza el día de la muerte
    de la inocencia.

    La miro y es un resto de la arcilla 
    de los once años, de la quebradiza
    rama de un árbol muerto, al fin talado, 
    al fin leña que ahora se convierte
    en el color
    del bebedizo.

    Soñé, cuando bordaba, con tu brazo 
    dirigiéndose a mí, rompiendo el hilo,
    rompiendo el humo calmo de la infancia,
    y al fin he muerto, al fin, y resucito 
    adiestrada en el arte de este fuego
    que devora
    a la rosa.

    La miro y no recuerdo los veranos 
    del tedio obedeciendo a la cordura.

    Tengo una nueva flor que me ha crecido, 
    una rosa de muerte que dibuja
    muerte a mi alrededor, muerte en mi vientre, 
    muerte por fuego, fértiles vegeta-
    les de muerte,
    porque querer vivir después de hallarte, 
    querer domar la rosa en la batista,
    es bordar una rosa acobardada, 
    muerte por no volar, la muerte muerte.



domingo, 1 de mayo de 2016

De SALIR DE UN HOPPER





      Primeras horas de una mañana de domingo 

      Caminábamos juntos
       y el sol venía a nuestro rostro.

      Como si fuese otro lugar,
      tres
      gamos jóvenes, dudando
      inexpertos, se aproximaron.

      Tal vez
      seguían a la luz
      o sólo era un juego.

      Más impacientes que nosotros,
      pretendían
      revelar su deseo…
      pero nadie miraba.