sábado, 22 de octubre de 2016

De CIELOS DE TOLEDO


      De Ricardo Martín



      Qué raras las visitas, a veces.

      Suelo habitar un frío de escarcha
      matinal y un sol escurridizo
      como pelo de pez en las aguas
      de invierno.

      Suelo comprender a los gorriones
      durísimos:

      de mineral su breve plumón
      cuando hay peleas por una miga
      helada.

      Suelo hablarle a enero de Castilla,
      del misterioso calor del árbol
      junto a un banco, al sol, el sol con branquias,
      al solecito.

      Pero de  pronto hay una mañana
      de palmeras de nieve.

      Nevó toda la noche
      y jamás es triste esta visita
      aunque cubra en los países altos
      lápidas y traiga despedidas.

      Una sorpresa aquí,
      casi un regalo…Mira las huellas
      de las patitas de los gorriones
      o son los niños.

      ¿Viste palmeras en la ciudad?

      ¿Y cuánta nieve crees que cae
      sobre los muertos?

domingo, 16 de octubre de 2016

Del libro ALICE

    Circe, de B. Mackennal. 1893



      CIRCE

      Se fueron los  marinos...

      Tenían morenas esposas de ojos
      penetrantes,
      mantos granate
      limpios en arcones taraceados
      y, en las bodegas,
      vino casi perfume,
      casi Madagascar en travesía.

      Observo el horizonte sin albatros
      desmemoriada
      de las embarcaciones
      del deseo.

      Y levanto mi mano
      no sólo despidiéndome, no sólo
      encendiendo los faros, las hogueras,
      las estrellas del Norte,
      el cromado color del astrolabio.

      Dejaré que las brújulas
      recobren los imanes del hogar
      y ocultaré la altura
      de mi isla.

      ...Penetro
      en la amarilla hierba
      de la noche

      y preparo
      el bebedizo amargo de la noche
      y recibo
      a las otras visitas de la noche.


domingo, 9 de octubre de 2016

De SI ELLA NOS MIRA



      VIOLONCHELO DU PRÉ

      La nube detenida
      en el día de Londres. Un gran pájaro asciende.

      Qué tibio el gris de octubre  para Bach,
      para tensar el bíceps de tu brazo derecho.

      Un ágil pulso orfebre riza en tu mano izquierda
      tanta noche anterior, cuando soñaste
      con un oscuro hierro en tu columna.

      Luego vuelas, luego sabes volar
      y estás volando.

      Y alguien dice de ti:
      sigue siendo tenaz incluso muerta.

      Porque mueve sus alas la suite número cinco,
      porque abrazada a un cuerpo
      la BBC repite tu apasionado modo
      de abrazar ese cuerpo entre tus piernas.

      Las leyes de la química cosen por tus tejidos
      su volátil gavota en do menor.

      Incluso muerta giran, alrededor de ti,
      embelesados duendes.
      Zarabanda de octubre en una danza,
      nube
      que ya sabe volar, que está volando.