sábado, 23 de septiembre de 2017

De SEXTO SENTIDO


Uno de los dibujo de Jesús García que aparece en el libro



      Fruta en sazón

      A tiempo para estar junto a las sabias
      hechiceras
      que distinguen
      tegumentos 
      creciendo y estirándose,
      cubriendo mi semilla.

      A tiempo,
      desde el cambio
      de una temperatura que propicia
      la desorientación
      de los sentidos,
      sabores luminosos
      de no decir que no cuando se acercan
      las serpientes.
      Temperatura
      del agua destilando
      sed, más sed
      porque el amor al fin se queda eterno,
      secreto a la manera
      de intocables
      gestos 
      de una persecución.

      A tiempo,
      con las madres
      peinándose las lunas,
      sosteniendo
      las infieles caderas de sus hombres,
      los rostros
      de sus hijas
      en ansiosas miradas,
      en manos atrevidas.

      A tiempo,
      viva, viva,
      luego que se volara
      la flor tras los primeros abandonos,
      que se volara el agua
      tan fácil de apagar.

      Ahora,
      completa de un amor
      definitivo,
      a tiempo en el pecado,
      en el ofrecimiento
      de la rama doblándose a los labios,
      yo misma ese pecado,
      hecha pulpa y sabor, hecha de carne.

sábado, 9 de septiembre de 2017

DE JARDÍN AL MAR






      Cuando pisas la tierra
      del camino que lleva
      a las achiras 
      y hay mirlos que adivinan
      avizores el giro
      de la venida clara…

      … El humus nutritivo
      de los pequeños muertos
      deshechos en brebaje
      que nada dilapida…

      Descalza te preguntas
      por el pulso minúsculo
      de seres que se esconden,
      que escarban y se esconden,
      que buscan y se esconden.

      Cuando pisas la tierra
      donde todo se apresta
      a su instinto y decide,
      breve, seguir viviendo…

domingo, 3 de septiembre de 2017

De ENTRA EL VIENTO DE OLOR CIRUELA

      Matisse



      El silencio habitado de las casas


      Ha estado la mañana
      excitada con las ansias de los vencejos.

      El cielo era la parte oculta de una enorme
      concha: su molusco latía, tantos pájaros
      picando en la madreperla para una fiesta.

      Ha estado el árbol intentando parecerse
      a la nube
      o parecerse al ábrego que hurta cinabrio
      del bochorno,

      el árbol hablador
      cerca de la ventana,
      persiguiendo a las muchachas casi desnudas.

      Y una tortuga ha caminado sobre el borde
      de la omisión;
      no se dejó atrapar por la celeridad
      en los adioses.

      Ese día mantuvo
      una  tupida consistencia  de cariño:

      aún puedo tocar sus paredes y verme
      sin rostro, verte a ti sin rostro, dos siluetas
      en la felicidad de algo que no se dicen
      pero está ahí, calmado
      y cómplice,

      dos figuras apenas precisadas dando
      un sentido a la sangre,
      un motivo para existir a la existencia,


      tú y yo, leyendo, o cualquier cosa…Murmuramos
      bajito, me adivinas qué pienso, te observo
      reír...¡Cómo me envidian
      los hijos de los pájaros!